jueves, 25 de octubre de 2007

Apocalipsis now






Algo hermoso de mi generación (una generación de bombas y apagones, senderos lumínosos, largas colas y engaños para conseguir leche) es que no tenemos verguenza de expresar nuestro afecto hacia el otro. Como hemos tenido la posibilidad de la muerte cerca, no nos preocupa el que dirán cuando abrazamos fuerte y decimos "Cuídate" o "Te quiero" a nuestros amigos. Yo, por lo menos, no me corto un pelo y mis amigos, tampoco. Si no nos lo decimos ahora, ¿entonces cuando? Una de las cosas que me hicieron notar los españoles en mi estadía en Madrid fue justamente eso: el "Cuídate" final al despedirte de un amig@. No lo entendían y yo tampoco había reparado en ello hasta que me lo dijeron. "Chau amigo, cuídate." Esa es la expresión normal. Ellos, claro, me preguntaban: ¿Cuídate de qué? Y yo pensé y respondí: "Del cuco". Ustedes me entienden.



Recuerdo de niña haber llorado muchas veces porque mi madre no llegaba de tonde tuviera que llegar porque creía que estaba muerta o dormir juntito a mi hermano Esteban abrazaditos por el ruido de las bombas. No puedo imaginar lo que será vivir en una ciudad en guerra con aviones bombardeándote cada noche... Qué horror.


Otro de los horrores con los que ha vivido mi generación (y porsupuesto la anterior...) es el de "La guerra fría"... Para mí por lo menos ese era un tema alucinante. La imagen de la "Bomba Atómica" era una amenaza constante. Y la "nuclear" ya que ni se diga. A veces salía al jardín e imaginaba volando por el cielo un proyectil que caería cerca a casa (como en una de las escenas de la película "Al día siguiente", con la cual, dicho sea de paso, lloré como una loca). Nunca he ido al cine a ver tantas películas de terror como cuando era pequeña y nunca he pensado tanto en el apocalipsis ni en la existencia del demonio como en mis primeros años. La figura de los jinetes en sus caballos y el río de vomito eran imágenes que me fascinaban y horrorizaban.


Es así, que a veces me pongo a pensar en la cantidad de fantasmas que atormentaban mi mente de niña y los enumero: los terrucos, drácula, el demonio, el día del juicio final, la bomba atómica, la nuclear, y ni hablar de los "vivos" que también me daban miedo... A veces pienso que mis obsesiones y fantasmas adultos son falsedades con las que quiero llenar el vacío que me dejaron la "desaparición" del terrorismo, el fin de la guerra fría, el ya no creer en la historia bíblica... Esos temores llenaban tanto mi cabeza que ahora estaría buscando sustitutos. No lo sé...


Pero yo estaba hablando de mis amigos y de lo cariñosos que somos los unos con los otros. Imagínense, ¿cómo no iba a querer ir al colegio a conversar de todos estos temas? Como, pensando en estos temas ¿no me iba a pasar los tres primeros años de la secundaria jugando Ouija con mis amigas y pensando que realmente nos comunicábamos con espíritus superiores? ¿Cómo no quedarme al aire libre con una amiga a los 10 años hablando de Dios y decir que "lo habíamos sentido"? ¿Cómo no irme a un grupo cristiano para encontrar gente que me entendiera a los 13 años? ¿Cómo mi madre no me iba a sacar de los pelos de ahí? ¿Cómo no sentirme rara cuando hablo de la guerra fría y hay "niños" que me dicen que eso fue hace como 20 años? ¿Cómo olvidar el toque de queda y el decidir a los 15 que preferías morir en una discoteca con tus amigas que en tu casa con tus padres? ¿Cómo olvidar las caras inmóviles cuando escuchábamos una explosión y los ojos unos encima de otros diciendo "bomba"? ¿Cómo no recordar las llamadas a las abuelas llorando porque los papás no llegaban de sus reuniones?


¿Cómo pensar que todo ese miedo no se imprimió en nuestros cuerpos?


¿Cómo pensar que "ya pasó"?



¿Cómo no abrazar a un amigo diciéndole: "Te quiero. Cuídate."?

6 comentarios:

el hombre misterioso dijo...

Me acuerdo que mis papas se iban a una reunión y yo les preguntaba a que hora regresaban, tenía miedo. Ellos lo notaron y siempre que salían me dejaban con alguien, pero no se daban cuenta que no me daba miedo estar solo sino que ellos estuvieran afuera. Nunca se los dije.
Aparte en Lima (una ciudad en zona sismica), lo primero que uno pensaba era "bomba!" y no "temblor!".
Creo que todo ese miedo nos unió bastante o al menos nos dió miedo perdernos unos a otros... chevere tu blog jimena

Cuidate (je)

Ernesto

Namka dijo...

tu niñez me recuerda la mia..
te quiero jime..cuidate..

KTC dijo...

No me había percatado de ello. Sin embargo tiene mucho sentido.

Yo era muy pequeño cuando habían coches bomba, pero la sensación aún la recuerdo, y claro, era de unión familiar sentados alrededor de una mesa, todos juntos, como pensando que nos podía tocar en cualquier momento y que si pasaba nos tenía que pasar a todos juntos.

Cierto lo del "cuídate" peruano frente al "nos vemos" alemán, por ejemplo.

Ni que hablar del abrazo cálido que siempre hacemos al despedirnos de alguien que sabemos no veremos al día siguiente.

En fin, que vivan los "cuídate" y abrazos por doquier, que además de mostrar cariño y buenos deseos, hace sentir a la persona que lo recibe muy pero muy bien.

Cuídese señorita Lindo y le mando un abrazo-cariño-beso.

KTC

MUA - Jime Lindi dijo...

Imposible no reconocerse en el miedo. Mi padre dice que "gracias" a esa época el concepto de familia sigue vigente. Gracias a la desaparición de la "caja boba" por los apagones y la entrada en escena de la vela en botella como centro de mesa y alrededor toda la familia haciendo nada más que conversar...qué más podíamos hacer?

S.R dijo...

A mi me gustaban los apagones por que reunían a toda la familia a oscuras y conversábamos horas hasta que venia la luz. Ese momento era casi mágico, cuando no había ruido de televisores, ni radios ni nada sólo nuestras voces y el encuentro motivado por la des-gra-cia.

El cuídate, hoy en día creo que ya es Universal, aquí me dicen Take care. Y si pues, siempre hay que cuidarse dónde estés hay un cuco local.

sushi punk dijo...

te quiero!