domingo, 31 de agosto de 2008

Habla nomás...



Claro... No tiene que ver con el "Ya, cállate". Nuevamente, y parece que por siempre, tiene que ver con el verbo "aceptación". Ya está.


He estado sufriendo de insomnio. Jamás, en mi vida lo había sufrido. ¿Stress? ¿Fantasmas en mi habitación? ¿Miedo? ¿Falta de melatonina?


Muchos saben lo horrible que es no poder dormir. Yo no lo sabía. Tener el cuerpo agotado, tumbarse en la cama y empezar a "pensar". Siempre me había jactado de mi facilidad para dormir. Tal vez, me dije, me jacté demasiado... ja.


Todo empezó una noche en mi habitación. Había llegado a las dos de la mañana de el último ensayo de una obra antes del estreno y, con la adrenalina todavía a mil, me senté en la cama, me prendí un pucho y me puse a leer un libro sobre el Cosmos. Fue ahí cuando sentí que alguien intentaba empujar la puerta de mi habitación. Escuché el sonido, pero nada más. Pensé: "Será el viento.", pero minutos más tarde, oí que alguien susurraba mi nombre como llamándome de una manera tan clara que yo respondí: "Qué." No obtuve respuesta y esa noche no pude dormir hasta las 5.30 am, muerta de miedo, porque de pronto a mis 31 años, todos esos fantasmas a los que yo les había temido de niña y adolescente, estaban conmigo, en mi cuarto, a solas conmigo. Dios...


Al día siguiente, mis vecinitos de vecindad me confirmaron que en esa casa en la que todos vivimos en paz y armonía, penaban. Y yo pensaba en lo increíble del asunto. No se si creo o no, pero me he pasado la vida, temiéndo ver un fantasma. Un día le pregunté a un psicoanalista si creía en los fantasmas y me respondió: "Depende de cuales..." Digna respuesta de un señor con barba sentado en un sillón de cuero. ´


Así que desde ese día me pasé una semana durmiendo en casa de mi novio, y los días en los que me hacía la macha y quería volver a mi cuarto sola, no dormía hasta las 4 de la mañana y lo hacía solo con ayuda de pepas. Terrible. Un día me dio un ataquito de nervios en el teatro porque claro, no estaba durmiendo y andaba trabajando mucho.


Mi sueño no se ha regulado aun. Duermo sola en mi habitación ya sin miedo a los fantasmas porque pienso también... Y si sí... QUÉ. En fin... Prendo inciensos y palo santo eso sí. Todo en orden y muchas flores en mi habitación. También me di cuenta de que el "fantasma" entro a mi vida cuando mi "vida" estaba como "dejada de lado" por el trabajo. Mi cuarto era un lugar de paso, sucio y desordenado, mas que mi lugar de descanso.


Así que como dije, no temo al fantasma, pero aun no duermo bien sola. La última vez me tomé dos pastillas de valeriana, un mate de valeriana y aun así estuve despierta hasta las 3.30 am., hora en la que decidí meterme el pepón prometido porque al día siguiente tenía que trabajar. Odio meterme pepones prometidos, me desarreglan el espíritu... Creo yo. Ja. En fin, la última noche no pude dormir por un fantasmón que más que un susurro extraño, tenía que ver con lo que me había dicho el psicoanalista barbudo... "Depende de cuales..." Si pues, me acosté a la una de la mañana y fue en ese momento, cuando puse mi cabeza en la almohada, que mi mente empezó a joder. Y no paró, y no paró y no paró. Y yo luché y luché y luché. Y mi "yo" le decía a mi "ello" que se callara y mi "super yo" se la pasó diciendo... "y si no duermes... como vas a ir mañana a tu ensayo?"... Y "sufrí" un montón pues...


Así que vuelvo nuevamente al inicio: "Aceptación". "Jamás", me dijeron, luches contra el insomnio. No se trata de "luchar", se trata de aceptar. ¿Tienes insomnio? Lee, mira tele, pelis etc... Lleva tu atención a otra cosa, no al insomnio mismo. No trates de callar a la traidorcilla... DIALOGA. Claro... recién lo entiendo. Y en las noches, cuando mi centro está cansado, la traidorcilla se pone loca y me dice todo lo que no me ha dicho durante el día porque estuve ocupada y concentrada en otra cosa. Y yo trataba de luchar contra ella... Pero no. La última vez mi yo agotado le dijo: "Ya... Habla nomás..." Y se calló. El fantasmita se calló. Qué loca.