viernes, 22 de febrero de 2008

Mi directora favorita...




Ser una inmigrante tenía su “rollo”. Su “cosa”, su “divinidad propia”. Caminar por las plazas entre miles de personas vestidas de colores, abrigarse con una chalina roja, ponerse innumerables gorros para que no se te cayeran las orejas de frío, mirar el cielo en invierno y constatar su condición de “azulidad”, su belleza, tragar con los ojos nubes de algodón de cuento infantil…Ser una chica sola joven e inmigrante, estudiante y trabajadora, tenía su “rollo”, su propia belleza interna, su ritmo, su modernidad. Un interés particular, una valentía extrema, un no se qué de muerte y de vida, un poco de locura y por debajo, siempre, una extrema soledad.

Hace unos años un filósofo viejo y maravilloso me dijo que tenía que dejar de ver mi vida como una película. Entendí perfectamente lo que me quería decir. Desde hacía algunos años sentía que no vivía realmente mi vida, sino la “imagen de mi vida”. Mi vida, sentía yo, se había convertido en algo así como “fotogramas vitales” que me espantaban. En ese momento no supe como salir de ahí. Entendía lo que el sabio me decía pero no fue hasta muchos años después que logré salir de esa locura. En esos años, no vivía el amor, vivía “la proyección del amor”. O del dolor, claro.

Haber logrado salir de la locura de vivir mi vida como salida de una película ganadora del Oso de Berlín es realmente para mí un logro mayúsculo. Es un placer vivir la vida “de verdad”, aunque eso no pueda comprobarlo tampoco, pero por lo menos, un poquito más de verdad que antes. Es un trabajo diario. Ya saben… Nadie tiene la partida ganada en esta vida.

Echo una mirada atrás, a mis años de inmigrante de chalina roja, y puedo ver innumerables fotogramas. Cada uno dirigido por un artista distinto. Mis favoritos por supuesto, yo no vivía una película en la que no quisiera estar. Así podría decir que alguna noche peligrosa fue vista a través del lente de Tarantino, alguna escena de cocina llorando con una cebolla podría haberla hecho Almodóvar, muchos momentos en blanco y negro en mi habitación se los otorgo a Bergman, algún encuentro casual de esos de fin de semana se los regalo a Winterbottom y algún momento de desesperación monetaria se lo copié a Fernando León. Alguna vez podían fallar. Bergman dejaba de ser sublime y solitario, algo fallaba en la edición y Winterbottom dejaba de ser placentero y alguna reconciliación hacía que la violencia de Tarantino se fuera al tacho. Pero lo que siempre estaba ahí, lo que nunca fallaba era el telón de fondo. La “azulidad” del cielo, la flor roja en contraste con la nube, el verde de los parques en invierno, la blancura de palacio real… Es decir… la dirección de arte de mi propia película.

Es así que la escena Bergmaniana de mujer sola en habitación mirando al vacío, daba como resultado, a mujer sola en habitación blanca con edredón de plumas de colores, y ventana de fondo con copas de árboles. Hermoso.

La escena Tarantiniana de mujer violenta de noche en un bar, daba como resultado, una mujer violenta con un brandy en la mano, sentada en unos sofas de terciopelo rojo estilo Luis XVI, rodeada de espejos barrocos y paredes pintadas de verde oscuro. Hermoso.

La escena Fernando Leoniana de mujer caminando por la calle con cabeza abajo buscando algo de dinero, mostraba a una chica joven con pantalón verde acampanado, abrigo negro entallado, cabello corto, piel blanca y nariz roja, cruzando una plaza llena de balcones y en la que el sol daba directamente al monumento del centro. Un imponente caballo de bronce. Se podía abrir el plano y seguir viendo el pantalón verde avanzar. Hermoso también.

Increíble como una puede ver su vida en fotogramas y casi dejar así de vivir su propia vida. Mi vida de inmigrante fue dirigida por varios directores. Varios artistas favoritos que manipularon mis reacciones porque yo creía que las cosas eran así. He visto tantas películas… Me he enamorado de tantos films… He querido ser tantas otras personas. Tantas otras actrices… Tantos otros actores…
Pero llega un punto en el que uno se da cuenta, respira, y de pronto aparece el instante. Ese que no tiene ni ayer ni mañana. Ese que hace que la directora sea una misma. Y decides todo. Incluso tu propia dirección de arte, que en mi caso es ahora un poco más gris y menos vistosa. Pero aún así, hermosa también.

12 comentarios:

karinam dijo...

Cómo las historias de vida pueden parecerse tanto si son tiempos y personas diferentes? Esta frase (tuya) me describe perfectamente: "Un interés particular, una valentía extrema, un no se qué de muerte y de vida, un poco de locura y por debajo, siempre, una extrema soledad"

George dijo...

conozco pocas pelas para comprender totalemente el post, pero algo intuyo: ser uno mismo su propio director

Rafael dijo...

Hoy sabado 23, van a pasar la película "La prueba" en América Televisión a las 10:30 pm.

noseasloco dijo...

si pues, uno termina siendo el propio director de su pelicula, de su vida, y marca con cada decisión el producto, el resultado, aunque a veces parezca que esas imagenes de la vida propia, esas escenas magicas, uno las vio en una pelicula de la que se enamoró sin poder evitarlo.

Liv Ullman, qué mirada celeste!!

Anónimo dijo...

Como decias q no existia!!

Anónimo dijo...

Como decias q no existia!!

K. dijo...

un poco más gris y menos vistosa. Pero aún así, hermosa también...
Cine con fondo de cielo de Lima. Hace rato no te veo por mi polis. Ta bien que ames a cupido hoy en día, pero no t pierdas, pe´.
ajajaja
besso

MUA - Jime Lindi dijo...

Karinam... hay tantas "coincidencias" en el universo... Chévere tu blog! Gracias. Mua!

MUA - Jime Lindi dijo...

Rafael, gracias por el dato!
Noseasloco, Liv Ulmann... qué mirada de cielo infinito...
Mi adorada K, he estado por ahí, siempre ando por su polis...
La kiero
Un beso grande a todos

Anónimo dijo...

iba a decir lo mismo que K, tu fondo es ahora Lima, un tanto más gris...pero en contraparte cambiaste la soledad por tener cerca a tus amigos y familia en cualquier momento que se te antoje y estar como en una escena de una película italiana con toda la familia hablando y celebrando, algo así ,no? ya viene calidu....

MUA - Jime Lindi dijo...

y... qué culpa tiene el tomaateee????? a tomá vino tintoooo!!!! Si... tambiéeeeen vieneeee...

Anónimo dijo...

Ese momento último de tu bello relato, estimada Jime, es un momento Rossellini, un momento de revelación, iluminación, verdad y vida. Recuerda "Viaje a Italia", cuídate.

Rodrigo