jueves, 5 de noviembre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
Randy Pausch / La última lección
domingo, 18 de octubre de 2009
Los sueños, sueños son...

sábado, 17 de octubre de 2009
lunes, 5 de octubre de 2009
Las flores de Alicia...

Me gusta comprar flores. Me gusta caminar por la calle con un ramo de flores en los brazos. Cuando lo hago me siento alegre, iluminada, colorida. Así también, cuando veo a una mujer con un ramo de flores en los brazos la imagino contenta, delicada, gustando de su propia vida.
Talvez sea sólo una ilusión.
Cuando era niña, estaba "destinada" a ser una bailarina de ballet. Así me lo había planteado yo. No así mi padre que quería que yo llegara a ser cinturón negro en Tae-kwon-do y estudiara en la UNI ingeniería civil para convertirme así en una ingeniera de armas tomar. Yo en cambio, con mi "delincuencial personalidad”, soñaba más con un universo de tutús de algodón blanco, lagos de cisnes, moños, coronas y flores.
Dada mi afición a los tules mi madre me llevaba continuamente al Ballet. Así cuando era pequeña, tuve la oportunidad de ver a Alicia Alonso en una presentación, me parece que en el Teatro Municipal. Puedo equivocarme. Decían que Alicia era ciega y que se orientaba por la luz de los reflectores. También decían que los bailarines que tenía a su lado jamás la dejaban sola fungiendo así de lazarillos. Yo simplemente alucinaba porque estaba viendo a Alicia Alonso que para mi, junto a Barishnikov eran de niña, el non plus ultra de cualquier ambición dancística. Al final de la obra todos aplaudimos y un hombre a mi lado gritó desgarrado: "¡¡Grande Alicia!!" Y yo pensé, que tal vez algún día alguien gritaría mi nombre así. Tal vez... Algún día... Tal vez, pensé.
Gente muy importante subió al escenario y le entregaron flores. No se que edad habría tenido la Alonso en esa época pero desde mi punto de vista, desde mi ilusión, era una jovenzuela espigada, recibiendo unas hermosas flores frescas que la hacían ver aun más elegante y adorada.
Hace un par de años estuve en una reunión con gente de una importante compañía de ballet de Lima. Habían muchos bailarines y entre todos, una prima ballerina y un primer bailarín. Yo, me había tomado unas copillas de más y no dejaba de reír y de tomarme fotos con los "primos ballerines" porque: "¡¡¡No jodan! ¿Cuándo voy a tener otra oportunidad de tomarme unas copas con los primos ballerines!!!" Y nos moríamos de la risa y tomábamos fotos con el celular.
No se en que momento de la desordenada conversación se me ocurrió hablarles de mi infantil y adolescente amor por el ballet, de Alicia Alonso y de mi deformado punto de vista al verla tan jovenzuela recibiendo un hermoso ramo de flores cuando la Alonso en la época en que la vi tenía más de 60 años. En ese momento una de las chicas preguntó con ironía si es que alguien creía que Alicia Alonso también habría tenido que devolver las flores que le regalaron. Yo la miré sin entender y me explicó que a ellas, a las bailarinas, a la prima ballerina, al final de la función les entregaban flores sí, pero que eran flores de plastico que ellas debían de devolver después de la función. ¿Habría tenido Alicia Alonso que devolver sus flores después de la función?
Recordé mi visión de Alicia rodeada por su propio ramo, iluminada por los colores de la naturaleza. Pensé en cuantas veces había ido al ballet y había visto a las bailarinas recibiendo sus ramos, hermosas, sin saber yo que eran de plástico y que luego les serían arrebatados. Pensé en mi y en cuantas veces había recibido flores después en un estreno. Pensé en las historias que me creaba en la cabeza cuando veía a una mujer con un ramo de flores caminando por la calle. Pensé que talvez todo era una ilusión. La juventud de Alicia, sus flores, su figura espigada, la alegría de la gente con flores en los brazos, su delicadeza, mi percepción del maravilloso universo que rodea a las mujeres que compran o reciben flores… Puedo equivocarme. Quien sabe.
domingo, 4 de octubre de 2009
miércoles, 30 de septiembre de 2009
domingo, 27 de septiembre de 2009
jueves, 27 de agosto de 2009
Who cares?
Lee la nota completa en: http://peru21.pe/impresa/noticia/quien-le-importa/2009-08-24/254539
A quién le importa
Autor: Ricardo Vásquez Kunze
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Una madrugada de hace 6 años en el Haití. Un elegante caballero es abordado justo saliendo de pagar la cuenta por un tipo cualquiera. El fulano lo saluda, sonriente, y el caballero le responde el saludo. Aunque no lo conoce le pasa a menudo que incógnitos procedan a hacerle venias. Resulta que el caballero tiene una columna diaria en un periódico local, con su foto y todo. El fulano insiste en caminar a su costado y conversar fruslerías, como que estudia en un instituto de comunicaciones o algo así. El caballero sonríe e intenta despedirse cuando el fulano le dice que la vida está dura y tiene que “recursearse”. El caballero entiende de qué se tratan tantas amabilidades y que no le van a pedir un autógrafo. Con el tacto que lo caracteriza le responde que estaría encantado de irse con él pero que lamentablemente tiene una relación que se siente incapaz de traicionar (lo que, por supuesto, es mentira). Se despide y a otra cosa mariposa.Unos días después, doña Jessica Tapia anuncia en Panorama uno de sus tantos especiales de interés público: La prostitución masculina en el Parque Kennedy. Agrega, friedmaniana, que si hay oferta es porque hay demanda. Y entonces sale el caballero, desde distintos ángulos, conversando con un amigo de la profesión más antigua del mundo que, para estos efectos, es también un periodista de cámara escondida. El caballero era yo y el día el de la Madre. ¿Que qué tenía que hacer yo en un especial de “fletes” cuando había declinado precisamente la “oferta” por razones morales de fidelidad? Vayan a preguntárselo a doña Jessica Tapia.Si hay algo que tengo entre mis pocas virtudes es el entendimiento claro del mundo en el que vivo. Por eso es que una vez visto el especial de doña Jessica no se me ocurrió ni por asomo pedirle la más mínima rectificación por inexacta e injuriosa. Primero, porque a nadie le importa rectificación alguna. Las personas no dejan de creer en lo que creen porque un medio se rectifica si es que todavía les interesa el tema. Pero el asunto es que, después de unas horas, ni siquiera les interesa. Ya se olvidaron de ti. ¿Qué objeto tiene pues una rectificación así? Segundo, porque no tiene ningún sentido apelar a honores mancillados en una sociedad regida por el dinero como máximo objetivo del éxito en la vida. El honor y el dinero son como el agua y el aceite. En una sociedad de consumidores no hay sitio para el honor porque nadie lo entiende. Y si nadie lo entiende, ¿para quién querría yo restaurar mi honor? El asunto es tan ridículo como los duelos de los que hoy todos se ríen. Finalmente, ¿alguien cree realmente en lo que dice la prensa? ¿Alguien cree que allí se van a encontrar verdades en un mundo donde nadie cree en la verdad? La función de la prensa no es informar sino divertir. Esa es su medida hoy. Por eso espero no haberlos aburrido.
jueves, 20 de agosto de 2009
Náusea

No puedo escribir. Siento como si me hubieran atado las manos. Como si cualquier cosa que dijera pudiera ser usada en mi contra en un tribunal. Estoy silenciada. El silencio. No se de donde vino, aunque si se. Proviene de una reflexión. De un anonadamiento (¿se puede decir asi?). De observar, mirar, concluír, joderse un poco.
Es un momento, lo se. Es un punto de quiebre. Un momento en el que tomas la decisión.
Y a la mierda.
Te vas con los que hablan no con los que se quedan callados.
Tomas partido. Ejerces tu propio derecho a la libertad.
La libertad piensas... Que concepto tan amplio, básico y desconocido.
Estoy atada a mi nutrición, a mi hidratación, a mi sueño, a mi hijo...(básicamente).
Desato lo demás y... ¿Qué queda?
Me pone triste a veces ser un ser que es y que no es.
Me pone triste mirar.
Y claro, pienso, son esas depresiones que reconocemos como "filosóficas/existenciales". Ja. Esas que empezaron hace años con el famoso: "De dónde vengo... A dónde voy...".
Es la náusea. La puñetera náusea.
Espero se pase pronto porque ya veo, me inmoviliza. No me deja escribir.
O tal vez sea mejor aceptarla y escribir desde ella.
Y ¿qué?
No pasa nada. No pasará nada.
¿Quienes somos nosotros para mirar a alguien por el rabillo del ojo?
¿Quienes somos nosotros para insultarnos en la calle?
Estoy cansada y tengo náuseas.
Uacala. Wakala. Huacala. Huakala.
miércoles, 5 de agosto de 2009
La mano poderosa...

Hace días que no se qué escribir y pienso... Qué fácil empezar un post diciendo: "No se qué escribir...".
Hace unos meses caminando por la calle me encontré dinero. No poco. Bastante dinero. No conté bien los billetes, pero eran varios de cien soles. Deduje que en el fajo habrían unos quinientos soles.
Eran las dos de la tarde, hacía calor y yo estaba en medio del parque Kennedy con decenas de personas caminando a mi alrededor. Vi los billetes, los recogí y me quedé ahí parada mirando a la gente. A un metro de distancia un gran grupo de turistas oía con atención las indicaciones en inglés de un guía. Posiblemente, pensé, este dinero sea de alguno de ellos. Me acerqué hablando en "excuse me" y solicité que revisaran si es que a alguno le faltaba dinero. Me dijeron que no y el guía me miró y dijo: "Suerte flaquita, son para ti."
No se como explicar esto, pero el dinero literalmente, "me quemaba". Miré al guía y le dije: "No, yo no lo quiero. Tómalo tu". Y como si las quinientas lucas fueran una bombita apestosa, le entregué los billetes al guía y me fui corriendo a mi ensayo. Mientras caminaba pensaba en la cantidad de veces que había deseado en mi vida encontrarme "algo" de dinero en el suelo. Las muchas veces que, caminando por Madrid y con muy poco dinero para llegar a fin de mes, caminaba con la cabeza gacha mirando el suelo, porque tal vez... Por ahí... Algún despistado... Unos veinte euros... En fin.
No tenía claro qué coño había hecho. Sabía que no había querido tener ese dinero de no-se-quien, porque seguro ese no-se-quien, estaría destrozado pensando en lo idiota que había sido por perder el dinero de su alquiler, o de sus medicinas... O yo que se. "Carmón", me dije, "ese dinero estaba carmeado". Quemaba. En serio, quemaba.
De casualidad me llamó mi madre. My beloved and practical mother. Le conté el hecho como quien cuenta una anécdota de la cual aun no está muy convencida. Me dijo directamente que era "una cojuda". Que era tan improbable encontrarse dinero en la calle... Que ese dinero era para mi. Dios y la vida me lo habían regalado y yo había dicho: "No gracias." Qué sonsa Jimena.
Llamé a mi novio. El, compartiendo mi misma sensibilidad, (o cojudez según mi madre), me dijo que había hecho lo correcto y que seguro que en estos días algo muy pero muy bueno me pasaría. Ja. Ja. Ja. Ahora me río.
Cual sería mi sorpresa cuando a los pocos días, yo, esperando la buena nueva que me daría la vida, recibí en vez de eso, un golpe bajo, fuerte, duro y directo al estómago. Pum. ¡Toma!, me dijo la vida. Y yo... no pude evitar pensar en el dinero y en las palabras de mi madre. Dije "no gracias" a un regalo y ahora me lo están cobrando. Y ja, ja, ja. AHORA me río. Antes no.
No pude evitar pensar tampoco en un sorteo que me había ganado días antes de encontrar ese dinero que consistía en una sesión de fotos gratis en no se que estudio y que yo rechacé por flojera. Ja. Ja.
Entonces... Estén o no vinculados los hechos... Sea el pensamiento que sea que uno mantenga... Hace unos días almorzaba con mi madre y mi hermana en un restaurant y al bajar la mirada me encontré con una estampita de Santa Rosita y San Martín (por un lado y por el otro lado). La cogí sin chistar y sin dejar siquiera que mi hermana la tocara, me la metí en la cartera y riendo dije: "Para mi, para mi". Y cual sería mi gran sorpresa cuando tres días después, un golpecito bajito y duro del exterior entró nuevamente en mi panorama dejándome vulnerable y llorosa. Dos minutos después del golpecito salgo caminando de mi casa hacia el yoga y me encuentro en la calle una estampita. Otra estampita. Esta vez, de "la mano poderosa". Y la mano poderosa, miren ustedes, es la que la protege a una de los enemigos y de las personas que no nos quieren. Simplemente nos hacen invisibles a ellos. ¿Coincidencia? No me importa. Yo cogí mi mano poderosa, le hice un rezo mientras caminaba, la metí en mi billetera y riendo por dentro me dije: "Para mi, para mi". Ja.
jueves, 23 de julio de 2009
Atención preferencial...

lunes, 1 de junio de 2009
Imperdible....
domingo, 31 de mayo de 2009
Compañía infinita...

He pospuesto millones de tareas en este último mes. La noticia de mi compañía infinita me tumbó al colchón con la mirada pegada al techo. Asustada, contenta, asustada. Estaba en funciones de teatro. Recuerdo que en un momento de la obra las tres actrices nos quedábamos quietas bajo una luz roja mirando al público. Como tres guerreras. Tres mujeres salvajes. En ese instante bajo la luz roja del escenario, me sentía poderosa, hembra, grande, doble. Doble. Sin temor, miraba el público con amor, con una sensación infinita de universo, de estrella, de cielo oscuro lleno de lunas. Me doy cuenta de que mis energías han bajado pero que aun tengo mucha. Pienso que tengo grandes cantidades de ella. Me dicen mis amigas madres que duerma. Duerme, duerme, duerme. Me lo dicen todas y yo, no tengo sueño. Duermo lo necesario, quiero trabajar más. Seguir con mi vida como si nada. Pero no es así. Mi vida sigue como si todo. He cancelado proyectos de fin de año. Los que ya no podía realizar con un ser humano deseoso de salir al mundo. Hay personajes que no encajan con una mujer embarazada y río. Siento como todo se relativiza. Nada es tan importante como esto. Nada. De pronto, el proyecto que había deseado tanto hacer se diluye y se convierte en "sólo un proyecto." Vamos por nuestra tercera obra de teatro. Los dos. Ambos, juntos. Antes, sin darnos cuenta, ahora absolutamente concientes. Mi fuerza se doblega. Mi mal genio también. El estrógeno me estrogena. Mis lágrimas a flor de piel me hacen llorar por cualquier cosita. Me engrío y mi amor me engríe más que antes. Aun más que antes. Y yo lo miro y le agradezco y el me coge la panza y me pide no agradecer. Nos miramos al espejo los dos, los tres. Nos preguntámos cómo cambiará el movimiento de la casa cuando llegue. Ahora es todo tan calmo y tan callado. A veces, sólo a veces escuchamos el ladrido de un perro y seguimos durmiendo. ¿Te imaginas?, me pregunta. No, no me imagino, le respondo. No nos imaginamos. La realidad siempre puede superar cualquier idea así que preferimos no imaginar demasiado.
Me siento en mi café favorito y escribo. Tal vez si escriba hoy pueda seguir escribiendo mañana.
A mi alrededor todos fuman y toman café. Recuerdo infinitas tardes de café y cigarro. Ahora, chupo limón y como tostadas. Acompañada. Desde ahora, para siempre, como me dicen. Para siempre.
martes, 7 de abril de 2009
Sonrisa bonita...

Dicen que la sonrisa estructura la psique. O algo así.
Cuando nace un bebé el caos es tan grande a su alrededor, que lo único que estructura su alocada y desesperada psique es la sonrisa de la madre.
La sonrisa de la madre...
Mi madre rie mucho.
Corrijo: Sonríe mucho.
En realidad creo que nunca le he escuchado una carcajada. Yo tengo carcajadas aunque no sonría mucho.
Ultimamente sonrío más. Eso estructura mi psique. ¿O es que la sonrisa es consecuencia de que mi psique está más estructurada?
Me gustan las sonrisas. Sean como sean.
Mi chico sonríe pequeño y de medio lado. Mi hermana sonríe y abre la boca grande para dejar salir una carcajada. Ella también se carcajea. Le gusta reír. Mi mejor amiga sonríe y parece que un big-bang fuera a sucederse en sus ojos. Así de brillante.
La gente que no me conoce dice que soy seria. Y soy seria para algunas cosas. Seria, seria. No tanto, mentira. Los que me conocen se burlan cuando me pongo seria y me hacen reir. A veces.
De niña reía con los ojos y ponía medias lunas en mi cara.
¿Alguien se acuerda de en que momento fue conciente de la sonrisa?
La sonrisa es una llave.
Tengo unas primas que tienen las sonrisas más bellas que he visto. Esas sonrisas abiertas de puro diente, de extremo a extremo, de boca grande.
Conozco a una chica que sonrie tanto que parece que va a quebrarse en mil pedazos. Su sonrisa es nerviosa, grande, de diente puro y ojo brillante, pero nerviosa. Rara. Aun así me gusta.
Unas chicas frente a mi se toman una foto justo en este instante. Sonríen. "Si salgo yo, estará linda", dice una y se carcajean las tres. Bonito.
Yo no se de donde ha salido mi forma de reír. A veces, puedo ser un poco escandalosa. Recuerdo que cuando era adolescente tenía esa forma de reír con sonido de metralleta. Ahora ya no tanto, pero aun a veces, en un ambiente de mucha confianza, suele salir.
Hay gente que realmente te hace reír. Hay personas que tienen esa capacidad para decir cosas graciosas sin parar. Yo les pregunto: ¿Cómo puedes tener esa capacidad para decir huevadas sin parar? Mientras nos reímos todos.
Es una suerte poder reír porque cuando uno está mal, la sonrisa es lejana y difícil. Casi inalcanzable. Es bueno reírse de uno sólo que a veces no se puede. O no se quiere.
Qué rico reírse de uno sin llegar a ser cínico. Sin hacerse daño. Queríendose. Qué rico cuando se ríen de uno para reírse con uno y no molesta porque se hace con cariño. Para sacarlo a uno del marasmo.
Una de las definiciones del Diccionario de la Real Academia:
Reír: 2. intr. Manifestar regocijo mediante determinados movimientos del rostro, acompañados frecuentemente por sacudidas del cuerpo y emisión de peculiares sonidos inarticulados. U. t. c. prnl.
Sonreír: 2. intr. Dicho de una cosa: Ofrecer un aspecto alegre o gozoso.
Ya no hay excusas...
jueves, 12 de marzo de 2009
EXCUSA PARA NO POSTEAR...

domingo, 1 de marzo de 2009
Mi covacha...

domingo, 22 de febrero de 2009
Por compartir... Cito a Clarissa...

PORFAVOR CHEKEAR...

domingo, 15 de febrero de 2009
La luna de Méliés

domingo, 8 de febrero de 2009
LOFT

domingo, 1 de febrero de 2009
Strange Night
Respiro. Sorprendentemente se me pasa la ansiedad. Funciona. Aun siento miedo. De fantasmas, nuevamente. Oigo ruidos y decido también bucear el reventón. No pasa nada. Ya hemos pasado por esto y tengo que ser mujercita y afrontar todas mis decisiones. Soy mujer. Respiro.
Me levanto y tomo dos pastillas de melatonina. Me tumbará en breve, estoy segura. He pensado también en salir pero no es una buena opción. ¿Para qué? Son las 12 de la noche y es mejor dormir y despertar mañana (hoy) descansada, darme una ducha e ir a tomar un café a mi café favorito, escribir, postear, leer y almorzar, luego ir al cine tal vez... Un buen día. Un día conmigo, con Miss Mayo... Ja.
Me desperté varias veces durante la noche. Aun cubro mi cuerpo con un edredón por temor a ser desangrada por los bichos. Mi habitación queda en la copa de un árbol y hay días en los que podría sentirme cenicienta por ser amiga de tantos animalejos. Los mejores: las arañas. Me gustan pero las quiero menos cuando se intrometen demasiado en mis asuntos. No es bueno que se metan entre mi ropa. No, no es bueno. Despierto unas tres veces sudando mucho. Estoy demasiado tapada y es raro pero aun así no me destapo. Estoy insomne y me seco el sudor con la sábana y vuelvo a intentar dormir. Duermo. Sueño. Tengo sueños extraños. Mi casa de pequeña. Mi casa de "chacarilla", como le llamo. Jardines de la vecina. Jardines en bajada por los que yo rodaba de niña feliz con mis hermanos. En mi sueño los veía tan pequeños que pensaba que ya no sería tan divertido rodar. Llegaría al suelo en media vuelta. Soy demasiado grande. Aparece mi madre. La entrada de mi casa de escaleras rojas está llena de caracoles, como siempre. Esperamos a mi padre y él llega. ¿Está de buen humor? Sí, está de buen humor. Agradecemos. Entramos a la casa y ahora estamos en la cocina. Yo barro pequeñas basuritas en el comedor de diario debajo de la silla de cada miembro de la familia. Pienso en los amortiguadores. Mi madre fue un amortiguador para nosotros. La furia llegaba a través de ella un poco más agotada. Los gustos y los restos de alegría de mi padre también. Amortiguadores. La furia llegaba a mi madre un poco más agotada. ¿Así es?
Saco la basurita a la terraza y la echo al jardín. Las migajas del desayuno se la comeran las palomas. Siempre es un espectáculo ver a las palomas comer nuestras migajas. La trompa del elefante venido de China asoma por el jardín y de su punta cuelga la hamaca donde mi hermano Esteban y yo descansábamos con los cachorros Alfa y Omega. Luego agua...Mar... Nada más. Estoy en un banco. He robado. Estoy depositando mi dinero robado. Tenía 7000 dólares y ahora tengo 700000... Le he robado al gobierno de los EEUU. Deposito el dinero y la banquera no me dice nada. Yo pienso que debería depositar cantidades más pequeñas para no suscitar sospechas. Qué importa. Ahora soy millonaria y estoy en la India. Presiento el desastre. Seré descubierta así que decido ir al banco en India y sacar mi dinero en "cheques de banco internacionales" o algo así. Está mi profesor de yoga cerca a mi. Santanam me mira de cerca. Yo me hago la loca y pido todo mi dinero como si fuera normal sacar tanto dinero en una sola transacción. El de la caja llama a su supervisora. La supervisora llama a su supervisor y los tres me sonríen. Yo siento: The End is coming. Aun así, me quedo esperando mi dinero. La supervisora ha sido enviada por el supervisor a la calle. Me pregunto si habrá ido a buscar a la policía. Pienso en huír pero mis ansias por tener el dinero pueden más. Espero un poco más. De pronto entran dos policías. Están vestidos a la usanza de nuestra policía nacional y soy cogida por los brazos. Grito: "I robbed the United States government!". No se si está bien dicho, pero lo grito así, en inglés. Me llevan a un carro y de pronto estoy en Madrid, pero me están llevando a la cárcel, es un hecho. Paso por un bar llamado Latinarte. Un bar del barrio La Latina de Madrid. Entro y le digo no se a quién con lágrimas en los ojos que yo estuve sentada bajo esa mesa celebrando. En Madrid todos nos sentamos en el suelo cuando no hay sitio en los bares, explico. Lloro un poco porque he perdido mi libertad. En el bar hay una mesa entera de chicos y chicas con pinta de activistas. Los miro y grito: "I robbed de United States government!". Todos me hacen hurras y deciden acompañarme en la camioneta a la cárcel. Por las pequeñas rendijas de la furgoneta saco la cara y grito: "¡MIERDAAAAAAAAAA! ¡MIERDAAAAAAAA!", pero sin pena, más bien como una activista política. Quiero darle fuerzas a la población, pero ya no estamos en Madrid, al sacar mi cabeza y gritar, veo la avenida Larco. Me están llevando a Santa Mónica. Llego al penal. Mi cuarto parece una habitación de playa pequeña. Con camarotes, un pasillo enano con un clóset que da a un espacio de lavandería. Supongo que es un lujo comparado con la realidad. Pregunto cual es mi lugar. Escojo un lugar en el pasillo y dentro del closet encuentro el espacio perfecto para poner mi laptop y poder escribir. Desde aquí pienso, postearé cada semana. Y realizo el ademán de escribir, muy satisfecha con mi decisión. La rea que me acompaña me dice que la habitación la compartimos tres, no dos. Y me siento un poco más atrapada. Veo que del espacio de lavandería se abre otra pequeña habitación con dos camarotes llenos de mujeres y niñas durmiendo. "Esas, me dice la rea que me acompaña, son familia de la tercera. Han venido a acompañarla por el fin de semana". Parece ser nuestra hora de recreo ahora, porque estoy con varias reas sentada en el suelo en redondela. Tenemos libros en los regazos y hablamos no se de qué. Parecemos brujas tramando algo. Viene una mujer policía. Nos tiene que revisar siempre. Al parecer, ha pasado un tiempo desde que estoy aquí. Nos revisa tocándonos y yo pienso que a lo mejor me puede gustar que me toque una mujer policía. Al lado hay una chica con un jean por el que le sobresale un aparato con luces. La policía la coge fuertemente y la zamaquea para que le de el aparato. Al parecer, no estamos autorizadas a tener ningún aparatejo electrónico. Pienso en mi laptop y me quedo callada. Es una linterna nada más. La chica explica, para leer en las noches cuando mi compañera de cuarto está dormida. De pronto viene otra chica. Es joven, pequeña, delgada, y salta por los aires danzando como haciendo capoeira. Se mueve increíblemente bien. Me da una patada que no me duele y me dice que yo soy la reyna esa de un libro cuyo nombre no recuerdo. Yo le intento explicar que no es así. Ella sigue dándome vueltas alrededor, como un pequeño hada de manga japonés y me sigue dando patadas y salta sobre mi. Se mueve increíblemente bien, casi vuela por los aires y pienso que yo hace unos años también saltaba así. La miro y pienso que tal vez con práctica pueda volver a volar como ella. Me vuelve a decir quien soy o quien cree que soy. Yo estoy un poco confundida y sigo intentando hacerle entender que está equivocada. Ahora siento que me exige ser la reyna del libro. Ya no me lo comunica, me lo exige y yo empiezo a sentir que tal vez lo sea y lo haya olvidado. Empiezo a intentar recordar. Tal vez yo sea esa que dice el hada voladora. Tal vez yo también pueda volver a volar.
Me despierto agotada. Son las diez de la mañana. Cumplí mi sueño de despertarme tarde. Qué bien... Me sirvo un café que siento entrar a cada una de mis venas. Abro las ventanas y enciendo una vela en el borde como para que los espíritus pidan permiso para entrar. Me gustan las mañanas en soledad. También. Respiro y pienso en las presas de Santa Mónica. Me pregunto si respirarán. Mi maestra de kundalini yoga, me dijo que alguna vez había hecho un taller de yoga en el penal. Pienso que esa sería una de las cosas que haría si estuviera presa. Pienso en dar un taller en el penal. Me interesan las mujeres.
Hoy salió el sol y voy a comer un cebiche. Primero una ducha fría, una falda corta y un moño desordenado. Energía. He estado en muchos lugares durante la noche. He sido una heroína. "I robbed the United States government!", y creo que eso es importante. He hecho algo por el mundo en mis sueños, según mis sueños... He sido llamada a ser una reyna y lo he aceptado como una verdad olvidada. He intentado recordar mi pasado de reyna, de luchadora, de voladora, de mujer salvaje, como diría Clarissa Pinkola. Hay momentos en los que quisiera gritar y a través de ese grito hacerla salir. Como si con el grito pudiera abrir una cerradura por la que la reyna pudiera salir triunfante. Quiero volver esta noche al penal. Quiero leer ese libro en el que, según dice la pequeña, salgo yo. Quiero aprender a luchar volando.
Re-aprender. Re-cordar. Re-ynar.
viernes, 30 de enero de 2009
Por compartir...
Sólo por compartir...
"Creo que la obra literaria es aquello que le sobra al escritor, es decir, lo que lo rebalsa, lo que ya no cabe bajo su pellejo. Lo que más perdura en mí son los recuerdos de infancia y juventud. Abren en mí melancolías inconsolables y, también, alegrías, desbordantes. En ese "maremagnum" van formándose los temas que luego escribo. Nunca me siento a escribir sino cuando ya tengo resuelto el problema de lo que escribiré. Después, en el desarrollo, vienen las sorpresas, lo no pensado. Quizá valdría decir que en mis obras literarias se hilvanan lo consciente con lo inconsciente, lo que quise decir con lo que no imaginé decir, lo que viene de donde sé y lo que viene del misterio."
Sólo por compartir...
domingo, 25 de enero de 2009
¿Cuál es tu cau-cau?
Una niña me acompaña. Una niña ha crecido dentro de la atemporalidad de mi inconciente. Una niña responde por mi, guiña el ojo por mi, hace pucheros rechazando lo que no quiere y manipula con carita de inocencia pendeja. Existe en mi desde mis tiempos sin memoria. La creé para mi, para mi defensa, a mi favor, es un elemento de mi estrategia militar para afrontar la vida. Habla desde ese sótano de época infantil y llanto al que sólo vuelvo para elaborar...Para recoger imágenes... Para aprender...
No me gusta la nostalgia. No encuentro un pasado mejor que este presente y jamás me dejo engañar por la sonrisa dulce y el rulo dócil de la niña que fui y que veo en las fotos. Pero la niña de la que les hablo es y no es la niña de la foto. De hecho, la niña de la que les hablo, fue en algún momento la niña de la foto para luego dejar de serlo. La niña de la que les hablo fue niña pero también tuvo diez, quince, veinte y treinta años, quedándose aun así pequeñita, estancada en el suceso, sin más tiempo que el dolor de un momento de hace mucho, sin poder elaborar el hecho inentendible.
Me pregunto ahora si la creé yo o si simplemente fue "permaneciendo". Puedo suponer que en algún momento fue utilizada como estrategia y al darme cuenta de su buen funcionamiento la incorporé a mi ser. Para siempre.
¿Puedo decir "para siempre"? ¿Tendría que decir "hasta ahora"? Digo entonces que "para siempre" "hasta ahora", la niña habita en mi y que a veces se apodera tanto de mi, que me pierdo en su mundo juguetón de bailes, pucheros y arrumacos.
Pero quiero ser una adulta. Quiero ser totalmente una mujer adulta. Y esta pequeña que no tiene que ver con "el niño que todos debemos conservar", ya me está empezando a incomodar.
La niña tiene vida propia. Se perfectamente el camino que debo tomar para encontrarme con ella. Es un camino fácil y la estadía es o por lo menos era, bastante cómoda, cálida y agradable. Como sentirse en casa. En mi elemento. Mi niña sabe como responder, mirar, negar, afirmar, e incluso como coquetear.
A los siete años conversaba aterrada con mis amiguitas de segundo grado del colegio sobre la inminente llegada del "apocalipsis" (años 80´s, guerra fría, botón rojo, películas horribles, etc..). Yo, asustada pero muy convencida les decía: "Sólo los niños se salvarán. Me lo dijo mi abuela". Y sentadas bajo un arco de fútbol en un recreo del día de gimnasia suspirábamos porque a nosotras no nos iba a pasar nada.
Tal vez fue ahí que decreté que siendo una niña una estaba libre de peligro. Tal vez fue ahí que decidí ser una niña "para siempre".
Lo que una no toma en cuenta cuando formula este tipo de decretos, es que la niña puede crecer en nosotros sin dejar de ser niña pero volviéndose más pendeja, tomando más terreno, más conciencia de sus armas para con los demás y para con una misma. Mi niña sabe como permanecer y cada vez me es más duro sacármela de encima. Mi niña puede convertir una relación adulta en una niñería sin responsabilidades. Puede hacerme quedar en ridículo cuando hago un puchero con mis arrugas de treinta y dos. No es lo mismo hacerse la niña a los quince que ahora. Pero en fin...
Lo más importante es que me molesta a mi. Que ya no me apetece sacarla a pasear. Se que hay cosas que quiere decirme, se que debo escucharla. Se que es pendeja porque está triste y que se quiere quedar porque no la he escuchado debidamente. Se incluso que se siente utilizada por mi. Se también que he decidido escucharla, observarla. Sin aspavientos, sin desesperación. Con calma. Parar la oreja y curiosear un poco preguntándole: ¿De dónde vienes? ¿Qué es lo que pides?, o, más claramente y como diría mi padre: "Oye chibola...¿Cuál es tu cau-cau?"
domingo, 18 de enero de 2009
El grito de Munch
Ok...He perdido credibilidad....Ok...Hace décadas que no escribo y mi verbo está desgastado. Ha pasado mucho tiempo, muchas cosas, muchas fiestas... Mucho alcohol bajo el puente, muchas palabras, muchas miradas, muchos perdones, muchos fuegos artificiales, regalos, cenas familiares, lágrimas, carcajadas, cambios de humor, atardeceres con champaigne y uvas, "te amos", propuestas indecentes, deseos, barrigas infladas, piel tostada, cosas cotidianas, cosas salvajes, amores, lecturas, nostalgias, decisiones... Tanto, tanto que no sabría por donde empezar. Dejé de escribir. Un buen día dejé de escribir. Me fui por las ramas, escribí lo que me indignaba de mis diarias lecturas políticas y me alejé un poquito del tema de la mismayo. No quería hablar de mi. No sabía que decir. Sentí de pronto que todo se había vuelto demasiado personal. Todo era muy mio y sentía verguenza de decir ciertas cosas.
Ahora me siento frente a mi ordenador, en mi café favorito, bebiendo mi café favorito, ya sin fumar porque llevo dos semanas sin hacerlo (lo extraño maldita sea, lo extraño), y quiero volver. ¿Me dejarán? ¿Me dejaré? Lo intentaré igual.
Pienso...¿De qué me gustaría hablar? Y recuerdo las recientísimas imágenes que he recibido por Internet sobre el conflicto en Gaza. No quiero hablar de eso. Pero, uno se siente imbécil de hablar de otra cosa. Aun así me pregunto. ¿De qué me provoca hablar? ¿Que me sugiere este café? ¿La música clásica que escucho?¿La bulla de los que beben cafés conmigo? ¿La caminada del dueño italianísimo y simpatiquísimo de quien cuentan las malas lenguas...es facista como el solo? Hace poco le escuché decir a uno de sus comensales que en su época los niños comían lo que la "mamma" preparaba. Una cosa para todos. Ahora los niños pedían cada uno algo distinto y los padres lo aceptaban. "Es por eso", dijo, "que hay tanto gay en el mundo." Un horror.
Es domingo y estoy sola. Me gusta estar sola (también). Me siento bien. Mi novio está trabajando y tengo el día entero para mí. Me fui a la peluquería un rato y luego, con mi laptop a este café. Mi familia está en la playa, y yo pensé que no era una buena idea juntarme con ellos. He tenido algo así como una "sobredosis traumática de recuerdos salvajes" en las navidades que ha dejado en mi psique rezagos incomprensibles y difícilmente organizables y reparables. Juro que es verdad. Hay etapas (para mi, diciembre es una de ellas) en las que la mente recibe tal cantidad de información que todo se desorganiza y la mente se queda desordenada como el cuarto de un adolescente apestoso. Así estoy ahora. Mi cabeza tiene la ropa tirada y calzones sucios en el suelo, la televisión está encendida a todo volumen y por ahí una radio dice cosas que no entiendo. Por la ventana entra un aire que hace que los papeles que están en el escritorio vuelen y mece también la lámpara china alrededor de la cual revolotean polillas y moscas. La luz no está encendida. No es de noche. Tampoco de día. Alguien me llama fuera de la puerta. Es una voz de hombre fuerte. Algún charco se ha formado producto de mis pies mojados. Entré sin secarme. Sin toalla. Sin protección. Loca. Pastrula. Hay aretes de strass tirados por el suelo como los que usaba para los matrimonios en los 90´s. Recuerdo una piscina y un arete flotando. Alguna vez caí a las 3 de la mañana, al agua. Pero eso no importa tanto ahora. Mi cuarto está destrozado. No huele mal pero todo está fuera de los cajones y ahora no se por donde empezar. Supongo que tengo que ordenar aunque por ahí hay una necesidad también de echarme en la cama y simplemente mirar...No puedo dejar de pensar en la común frase: "Ten cuidado con lo que deseas que se puede hacer realidad". Hace un par de meses en mi "sanidad" me preguntaba...¿Dónde coño está el grito de Munch? Mi propio grito de Munch...Ahora el grito de Munch es mi barriga, mi ombligo. No quiero abrir la puerta. Se que debo salir pero no puedo dejar todo tan desordenado. Y ya no recuerdo...¿Dónde iba la pintura del naufragio que hice a los 8 años? Desde mi posición la veo pero ya no se donde la guardaba. Cuando tenía 8 años nos mandaron en el cole a pintar un "día de playa" y mientras todos mis compañeros pintaban con los plumones de colores sombrillas, chicos y chicas jugando voley y el mar lleno de bañistas, yo pintaba sombrillas, chicas en la arena con bikinis y pelos rubios cogidos a un costado y allá por el fondo sin que nadie se enterase, un barco llamado "Titanic" del que se tiraban personas y barcos inflables alrededor llenos de gente intentando salvarse. Gracioso. No fue un cuadro hecho a conciencia. Lo llevé a la conciencia en una sesión psicoanálitica y me sentí tierna. Y ahí está el cuadro nuevamente. Es una cartulina y no recuerdo donde la guardaba para no dañarla. Es parte de mi. Es también mi historia. Parte de mi simbología. Me gusta. También se deja ver por debajo de la cama destendida una minifalda a cuadros pequeñísima. Es mía. Me la compraron mi hermana y mi madre cuando yo era chica contra mi voluntad. No me gustaban las minifaldas. Yo era muy púdica y no quería enseñar mis piernas que en esa época eran un par de calambres durísimos y bien formados por el ballet. Cuando me ponía una falda corta en las reuniones, mis padres hacían que yo les enseñara las piernas a todos para que vieran mis músculos. No me gustaban las minifaldas. Me gustaba el terciopelo y los lazos, pero extrañamente, no encuentro nada de eso tirado por el suelo.
Necesito buscar la forma de ordenar un poco y salir a tomar el aire pero me da una flojera enorme. Alguien me llama desde fuera pero yo no quiero salir. Estoy mojada y el agua chorrea por mi cuerpo. Es posible que pesque un resfrío. Miro alrededor y veo el botiquín. Es cuadrado de madera, color verde agua. Es antiguo. Me gusta. Lo abro y todas mis pastillas están ahí pero sin nombre. Debo encontrar la forma de organizar un poco el desastre. Ahora que estoy en él, me doy cuenta de que no lo quiero más. Me parece increíble haber extrañado este cuarto torcido, adolescente, este cuarto sucio y confuso. El grito de Munch es mi ombligo. Ahora extraño a mi monalisa. Quiero volver a mi origen. Esta soy yo y no soy yo. Este cuarto es mío pero de antes. Esta era yo pero ya no. Ahora las cosas no son así. Tengo que ordenar. Ordenar y salir, volver, ordenar otro poco, salir, organizar un poquito, guardar el cuadrito y la minifalda, salir. Oler mi ropita, reconocer nuevamente que todo eso es mío, pero que es mejor en orden. ¿Cómo pude extrañar este desorden?