martes, 23 de octubre de 2007

Esteban

Ayer, 22 de octubre fue el cumpleaños número 29 de mi hermano Esteban que tiene síndrome de down. Es alucinante verlo tan grande, aunque eso quiera decir que es alucinante verme a mí también tan grande. Sólo nos llevamos un año, así que siempre hemos sido "igual de grandes".



Después de 10 años de verlo pocas veces y pelearme con él millones, he vivido con él en el último año y he aprendido a conocerlo, entenderlo, alucinarlo y ahora, pues me muero por él. Eso no quiere decir que antes no muriera por él, siempre me ha pasado, pero antes aparte del amor inmenso existían unos celos rabiosos que hacían alucinar a mis hermanos mayores que intentaban hacerme entender que Esteban tenía síndrome de Down y que por eso le hacían más caso que a mí. Pero...¿quién le explica eso a mi niña de un año que vio nacer a un hermanito por el que de pronto todo el mundo dejó de hacerle caso? Es un rollo que recién resolví hace poco y lo resolví con él no con los demás.



Según he trabajado en terapia, le tengo celos a mi hermana, a mi hermano, y a partir de ahí, a todo el mundo. A mi hermana porque creo que mi papá la quería más, a mi hermano porque creo que el mundo entero lo quería más. Es de ahí que viene mi predisposición a los celos y la posesión. Rollo... solucionable por demás, pero me ha hecho sufrir como la mierda. Cuando lo descubrí estaba con una psicoanalista argentina en Madrid, le conté la rabia que me daba que a mi hermano le hicieran caso y yo me la pasaba tratando de llamar la atención y decía siempre: "Como me gustaría ser down" y mi psico me miró y me dijo: "Mirá Jimena, desde cuándo vienen tus celos" Siempre supe que mis celos con mis novios eran sólo "la punta del iceberg" pero no sabía que el origen estaba tan lejos.

Mi hermano que ayer cumplió 29 años es mi compañero, mi consejero, mi modelo a seguir. Es un hombre feliz y de eso no hay duda alguna. ¿Crees que tu hermano con síndrome de down sufre? Mejor analiza si la que sufre por él eres tú. Una mañana tuve una pelea con mi madre de esas de casi siempre. Cuando ella se fue, mi hermano se sentó frente a mi y me dijo: "Jimena, tú debes controlar tus emociones con mi mamá. No debes molestarte. Debes respirar, meditar. Estar tranquila." A mí se me volteó el mundo porque eso es justamente lo que yo busco en la vida. Tranquilidad, meditación, respiración... Mi hermano hace Kung-Fu hace más de 10 años y creo que nadie nunca le ha dado la real importancia a esto. Pero al parecer esta disciplina junto a su propio caracter le está dando aquello que todos buscamos: la paz. El estado zen. Mi hermano es lo máximo. Es mi maestro. Siempre he buscado maestros en el exterior y nunca me había dado cuenta de que lo tenía en frente. Es tranquilo y así vive la vida. No es rabioso, no es triste, no es demasiado alegre tampoco. Simplemente es. Me muero por él.